Homenaje a mi Gallego

He perdido a mi hombre amado, a mi compañero, al sostén de muchos de los aspectos de mi vida acelerada; he perdido su sonrisa, su mirada, su mano de hombre fuerte apretando con amor la mía en los mejores momentos y en los más difíciles, en lo cotidiano, en el cuidado de mi salud, hasta en el mate de esa última mañana en la que al igual que todos los días nos dijimos cuanto nos amábamos.

Hace algo más de un año un desgraciado accidente lo cambió para siempre desde lo físico y desde su estado de ánimo, y no pudo recuperarse. Los últimos meses fueron de intenso dolor y preocupación por sostener su tratamiento y sus inmensos esfuerzos por mejorarse para mí y para Mishu, como él mismo siempre decía.

Como todos saben perder a un ser amado es lo peor que sucede en esta vida tantas veces incomprensible e injusta.
Me queda un vacío que me atraviesa las entrañas, un dolor que atraviesa el tiempo y el espacio, una profunda tristeza y el corazón destrozado por una pérdida irreparable. Pero me quedan los mejores recuerdos de un amor que no modificó ni su entrega ni su intensidad con el paso de los años ni las piedras del camino.

Por supuesto y por sobre todo me queda mi hija Mishu, compañera de ruta, el sol de mis mañanas, la razón de vivir mi vida ayer, hoy y siempre, que se merece y necesita lo mejor de mí, oculto ahora en el dolor profundo que me invade.
Me quedan mi familia y mis amigos, mi Papá Palomo y mi Mamá Flori, nuestro Javi, nuestro Gabi, mis hermanos, sobrinos y cuñados, mis primos y tías, santa Inés y mis fundamentales  amigos-hermanos y amigos, red de sostén que siempre hizo y hace todo posible sin quienes la vida no sería vida.
Me quedan mis alumnos, docentes y directivos queridos con quienes comparto las búsquedas y encuentros educativos, mis compañeros de trabajo cercanos con quienes comparto las luchas y logros.
Todos me han acompañado desde siempre y me han sostenido en el difícil proceso de los últimos tiempos.

Me sostuvieron y me sostienen además mi fascinado amor y compromiso por mi profesión y mi trabajo que le dan un sentido muy especial a mi vida y le imprimen esperanzas y significados a mis mejores ideas y deseos. Dentro de esa profesión están los jardines, los docentes, los directivos, los talleres, las propuestas educativas, los escritos y especialmente esos niños pequeños para los cuales desde hace 30 años dedico tanto de mi vida, mis ideas y mis búsquedas.

Comenzaré a recorrer nuevamente el camino de la vida por todo esto que me queda, porque mi trabajo siempre me vuelve a las mejores cosas y me sana, porque pese a lo sucedido sigo creyendo en que el mundo puede cambiarse y las búsquedas tienen sentido, y fundamentalmente porque Mishu así lo necesita y porque Mi Gallego quisiera seguir mirándome fascinado y orgulloso continuar haciendo cosas para que la educación sea cada día un poco mejor, y tal vez (ojala) desde algún lugar aún esté haciéndolo.

Seguiré necesitándolos para continuar recorriendo el camino, porque como digo siempre, la vida sólo tiene sentido si se vive junto a los otros.