Primeras huellas. El lenguaje plástico visual en el Jardín Maternal.
PATRICIA BERDICHEVSKY
HomoSapiens • Año 2009
PRÓLOGO DE LAURA PITLUK
Primeras Huellas…
dejan las personas más significativas en los bebés cuando nacen y tienen sus primeras experiencias, dejan los educadores en las etapas iniciales de la escolaridad, dejan los amigos con los cuales tenemos los primeros contactos.
Huellas…van dejando los familiares, educadores y amigos a lo largo de nuestra vida…huellas que le imprimen una impronta particular a nuestro modo de mirar el mundo, a nuestras emociones, a nuestras relaciones, a nuestros corazones…y estas se sostienen en el tiempo y el espacio de la vida.
Huellas… imprimen en nuestras vidas, desde pequeños, las acciones y actitudes de los adultos ocupados de nuestra educación, sean familiares, sean docentes; ellos nos transmiten una visión del mundo teñida de una ideología particular. Esta ideología se desliza en cada palabra y en cada gesto y le imprime al mundo una visión diferente de acuerdo a sus propias características. Los niños aprenden desde muy pequeños y a través de los contactos afectivos y corporales que sostienen con los adultos significativos, que el mundo es un lugar cálido, generoso y deseoso de acogerlos o es un espacio áspero, amenazador y restringido. Desde esta mirada, reconocemos la importancia fundamental de nuestras decisiones, actitudes y acciones al elegir ser docentes en el Jardín Maternal.
Huellas… le implantan a la vida nuestros amigos en cada abrazo, en cada charla, en cada mirada cómplice y cada mano cálida dándole abrigo a nuestra alma. Por eso el encuentro con amigos que le imprimen riqueza, amor y calidez a la vida es un regalo que hay que acoger con el corazón pleno de felicidad y agradecimiento.
Por eso le agradezco a la vida el encuentro con la autora de este libro, querida amiga con quien nos unió en principio la admiración de una por la tarea de la otra, y el encuentro por la búsqueda compartida de los mejores espacios y tiempos educativos para los niños del Nivel Inicial. El recorrido profesional nos encontró juntas pensando en las opciones adecuadas y posibles para el Jardín Maternal: ¿qué se puede? ¿Qué cosas tienen sentido y cuáles no? ¿Qué podemos crear y recrear para encontrar posibilidades en un universo tan complejo y restringido? ¿Cómo sostener la ideología de la participación, la autonomía y la justicia frente a una institución educativa que parte de un conflicto social y laboral del cual el Estado no se hace cargo? ¿Cómo hacemos los educadores que participamos de la formación de los niños de 0 a 3 años para conformar un marco teórico que le de sustento a una práctica altamente compleja y rica de la cual somos responsables más allá de la falta de compromiso del Sistema?
Está claro que ser educador en las primeras edades es una responsabilidad única y privilegiada, repleta de posibilidades y emociones, plena de responsabilidades y desafíos. Sabemos que la educación en las primeras etapas deja huellas profundas e imborrables que le otorgan una impronta peculiar a la vida y a la visión acerca del mundo y las relaciones. Como dice el educador Pablo Freire: “Es en este sentido, por ejemplo, como me aproximo de nuevo a la inclusión del ser humano, de su inserción en un permanente movimiento de búsqueda, como vuelvo a cuestionar la curiosidad ingenua y la critica, que se vuelve epistemológica. Es en este sentido como vuelvo a insistir en que formar es mucho más que adiestrar al educando en el desempeño de destrezas. (…) …
Me gustaría, por otro lado, subrayar para nosotros mismos, profesores y profesoras nuestra responsabilidad ética en el ejercicio de nuestra tarea docente…Educadores y educandos no podemos, en verdad, escapar a la rigurosidad ética. Pero, es preciso dejar en claro que la ética de que hablo no es la ética menor, restrictiva, del mercado, que se inclina obediente a los intereses del lucro…Hablo, por el contrario, de la ética universal del ser humano… La ética de que hablo es la que se sabe traicionada y negada en los comportamientos groseramente inmorales…afrontada en la manifestación discriminatoria, de raza, género, clase… Y la mejor manera de luchar por ella es vivirla en nuestra práctica, testimoniarla, con energía, a los educandos en nuestras relaciones con ellos. En la manera en que lidiamos con los contenidos que enseñamos, en el modo en que citamos autores con cuya obra discordamos o con cuya obra acordamos…. …. No podemos asumirnos como sujetos de la búsqueda, de la decisión, de la ruptura, de la opción, como sujetos históricos transformadores, a no ser que nos asumamos como sujetos éticos”… (Freire, Paulo. “Pedagogía de la autonomía”. Siglo veintiuno editores Argentina. 2002. Primera edición 1996). Los educadores somos parte de la construcción de una sociedad más ética y más justa, y nuestro valor cuando nos ocupamos de los niños más pequeños y vulnerables es inmensamente más profundo. Primeras Huellas. El lenguaje Plástico visual en el Jardín Maternal. Pensemos en al arte, en la educación artística, en el enseñar con placer que, como dice Patricia, no es complacer. Pensemos acerca de los colores, las líneas, las formas y los sentidos.
Este libro nos “habla” de Arte, lenguajes artísticos, lenguaje plástico, disciplinas, conocimiento, como puertas y ventanas a la libertad, del derecho de los chicos a ser chicos, del ensuciarse, estar limpios, enchastrarse, del pintorcito y del tipo de propuestas que inician a los niños pequeños en una relación con el arte que dejará huellas a lo largo de su vida. Este libro, de extrema riqueza por aunar las reflexiones teóricas tan necesarias para la construcción del Jardín Maternal con las experiencias prácticas analizadas y repensadas desde la prioridad puesta en la educación y en los niños, aborda el lugar de bebés, niños, maestros, escuelas, familias y arte.
La autora, desde su saber como Profesora de Educación Inicial y Licenciada y Profesora en Artes Visuales que le imprime un rumbo específico y diferenciado a su trayectoria y a esta obra, se pregunta ¿por qué el Arte en el Jardín Maternal? y nos sostiene en el recorrido del camino del enseñar y aprender el lenguaje plástico visual desde la primer sala de la Educación Inicial. Este libro aborda con sabiduría, riqueza y experticia la educación artística, el lenguaje de las imágenes, la producción plástica en el Jardín Maternal…el mirar, ver, descubrir, disfrutar, explorar, experimentar, crear, imprimir, dibujar, armar, desarmar, hacer, deshacer, habitar… el uso de materiales y herramientas, la pintura y los colores, el dibujo como un lenguaje de expresión, comunicación y conocimiento, las propuestas de frecuentación artística, el camino a hacer esculturas, la construcción como peldaño hacia la escultura, las experiencias visuales como alimento para la creación.
Y, dentro de todos los importantes y desconocidos aportes de este libro, dos menciones especiales a destacar:
1- El ambiente como una experiencia estética posible que puede desarrollarse alejada de los estereotipos que tanto desmerecen al Nivel Inicial y lo dejan impregnado de ideas superficiales y sin sentido: los obligatorios trenes para desplazarse, las consignas cantadas, los retos encubiertos detrás de los brochecitos que vienen volando, las imágenes esteriotipadas en las paredes, las supuestamente necesarias carpetas plagadas de “trabajitos”, las lucha cuerpo a cuerpo por lograr que todos los niños se pongan un pintorcito que cumple la función de no permitir que se ensucie un delantal que se usa para no ensuciarse la ropa…
2- La continuidad y secuencia en las propuestas que nos aleja de las actividades aisladas, de las técnicas que no “deben repetirse” pero que no se sabe bien para que se hacen. Desde las ideas de no homogeneizar lo heterogéneo, no esteriotipar las múltiples posibilidades de la educación infantil, de recuperar la creatividad, el placer, el disfrute de enseñar y aprender con los más pequeños, y sostenidos en el reconocimiento de la educación artística como sustento pedagógico desde las primeras edades, los esperamos para recorrer el camino de este libro, que coincidiendo con el estilo de su autora, es una invitación a la creatividad, la flexibilidad y la multiplicidad de colores que habitan el amanecer en cada una de sus diversas mañanas.
Primeras Huellas, como dice su autora en uno de sus capítulos, “parece describir poéticamente ese estado de exploración continua que caracteriza a las primeras producciones de los niños muy pequeños. Precisamente, porque se trata de una exploración que no obedece a la necesidad de encontrar algo en particular, sino más bien al placer mismo de dejarse llevar, de entregarse, de andar y andar”.